Y si me mudo a la Casa Blanca?
Mi vecino me odia y yo lo odio. En eso, y solo en eso,
danzamos juntos y en un mismo
compás. Él, porque es lo único que sabe hacer y yo porque quiero. Porque odiarlo me gusta. Porque me mantiene vivo.
Creo que lo odio tanto como odio este mate que tomo todos los dias. A veces sin lavarlo, a veces muy lavado, a veces con la vecina del otro lado, pero lo odio, y lo tomo, y por eso lo tomo.
Creo que dejé
todos los vicios, desde las putas hasta el cigarrillo. Como Casciari, mi
maestro (aunque el no lo sepa), aparentemente el también dejó el cigarrillo, y según Quiroga (uno
de sus maestros, creo) hay que creer en los maestros como en Dios mismo.
Pero
el mate me puede. El mate serÃa la nube central en uno de las inservibles mapas
mentales de Tony Buzan. Quitarme el mate serÃa como quitarle los lentes a Woody
Allen. SerÃa como dejar a un regguetonero sin las palabras: mami, perrea, goza,
suave, ya tu sabe. SerÃa como quitarle los choripanes a cristina o los globoludos a mauri.
Me puede como el rostro impoluto y casi virginal, aunque sea solo en apariencia, de las argentinas. Pero de esa que ves en la calle, no en la tele.
Me
pueden. Pero el mate me está hinchando y esta cercenando mi garganta pues ahora
resulta que el agua caliente junto con la mateina pueden generar cáncer. Asi
como el asado. Asi como el café. Asi como el horno microondas. Asi como el
condon en tu billetera. Asà como leer el diario (o las noticias en cualquier
medio) y enterarse de un nuevo hecho de corrupción de algún polÃtico
sudamericano del cual obviamente no se hace ni se hará cargo pues: “Es un
perseguido polÃtico” “La prensa sensacionalista” “El libertinaje de
comunicación” etc.
Asi
como todo aquello que alguna vez Estados Unidos y sus extrañas universidades de
Masachuset, o Conecticut, o Harvard, o Yale, o cualquiera de todas esas a las
que nunca
hubiese
podido ir sin una beca, o que de haberla
conseguido, me hubiesen echado por corromper a los más astutos y nerds pues
siempre les hago creer que soy igual a ellos. Confunde y reinarás.
El
último jefe que tuve, chino él (si ya eso no es raro realmente no se que lo
pueda ser) concluyó que soy una mala influencia pues despierto la cabeza del
dormido y evito que se deje, que lo boludeen, que lo pisoteen, que le pasen por encima, que le reine la ignorancia o como decimos en mi paÃs: que no se deje ver las guevas.
Si,
Guevas con G, g de gato. Entendiste. Gato, vecino. Gato. Mauri. Gato, Cristina, no volves.
Una de
esas universidades, de las que me hubiesen echado, decidió aquello que si, y
aquello que no serÃa un agente
cancerÃgeno y asà mantener a los incultos e imbéciles sudacas asustados.
Esto
debe ser culpa de Donald Trump.
Como
se le ocurre ganar a un tipo cuya cara es naranja y cuyo cabello, amarillo casi
dorado en rebeldÃa con la estética y buen gusto llevado por los años para
convertirse en un extraño plumaje de indomable naturaleza casi resumiendo lo
que su dueño en sà es: Un atolondrado que sabe perfectamente lo que quiere y
no le importa pisar a
quien sea necesario para conseguirlo. Mas o menos como Maduro pero con poder nuclear y enemigos "reales".
No
será acaso que le tengo envidia pues ni
siquiera sé con verdadera certeza lo que quiero de la vida, o siquiera se lo que voy a comer más tarde y un
tipo con la cara naranja sabe desde hace mas de 20 años que quiere ser
presidente del paÃs más opresor, guerrillero, ignorante, adinerado,
estructurado, económicamente super desarrollado, capitalista orgulloso y sobre
todo sobrevalorado del mundo.
Él
sabÃa desde siempre que lo iba a conseguir. Te guste o no. Su campaña fue como
la previa de una pelea de Muhammad Ali quien siempre repetÃa: Obviamente voy a
ganar, pues no se hacer otra cosa que no sea ganar.
Ali lo
decÃa siempre.
Trump,
sacándole las enormes convicciones sociales de las cuales Ali si podÃa hacer
alarde, hizo toda su vida exactamente lo mismo. Aunque nos pese, Trump pudo.
Entiendes? Se pronuncia trompudo, o sea de tener la trompa....
¿Por
que no pude nacer diez o veinte años atrás donde ese chiste blanco me hubiese convertido
en la sensación de multitudes? Maldito siglo XXI y sus milenians, y mi vecino,
y Trump, y Mauri, y Cris, y Rafael, y todos estos inútiles que creen que por
tener poder pueden.
Creo
que terminé aprendiendo de quien menos me lo esperaba. Trump me enseñó que si él puede conseguir algo que le hace mal a mucha gente, yo puedo dejar
algo que aparentemente me está haciendo mal a mÃ. Total en una votación serÃa
el único elector. Pero me conozco tan bien, pero taaaan bien (con esa ya casual
y común alteración de la palabra hablada al alargarla para darle entonación y
misterio) que sé perfectamente que el dÃa de la elección patearÃa la hora hasta
el final, para llegar tarde y que me digan: se acabó el tiempo.
Y es
gracioso que escriba esto (tal vez es solo gracioso para mi pero quien soy yo
para juzgarme), pues lo hago mientras, escuchando a Yiruma justo salta uno de
sus temas mas hermosos: “Rivers flows in you”, tema que para el distraÃdo que
no se dio cuenta del in crescendo habla justamente del fluir de las cosas y
como se mueve todo en beneficio de todos.
Me
pasé toda la vida, o todo este primer round de la vida, copiando al que tengo
cerca, al que veo en la verdulerÃa, en la universidad, en alguno de los diez mil
trabajos que he tenido pero
que he tratado que nadie se entere para no perder esta antigüedad de bohemio y
loco.
Me
paso copiando tanto que terminé copiando los mismos enemigos, las mismas
culpas, los mismos por qué, los mismos estados en facebook, las mismas redes,
las mismas criticas, las mismas poses para las fotos de instagram. Los mismos
gustos por un par de tetas grandes, cinturas de avispa, las mismas irrealidades
que hacen a todo hombre suspirar. Los
mismos egos.
Odio a
mi vecino y el me odia a mi. Pero es extraño que el encargado del edificio siga
insistiendo que en ese departamento hace años que no vive nadie.
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