La Historia Mas Eterna.
Cuenta la historia de un naufrago.
De un naufrago bohemio que escribía sin pausa
y sin repasar ni siquiera
la mas ardua y profunda de las metáforas sobre
aquellas fantasías esquizofrénicas que dibujaba
en el firmamento sin pedirle permiso a las estrellas.
Esa era la historia que contaba.
No tenía sentido. La habría contado tantas veces
que el significado se convertía en significante,
el catalizador en una moneda y el climax
en un lugar donde pasar la noche.
Esa tarde los oídos aparecieron.
Los ojos atentos y embelesados
levantaban el ego de hasta un eunuco,
y el coro, una celestial caricia al alma.
El momento había llegado
pues Dios no se olvida nunca
ni siquiera de su caballo descarriado.
Con el sol arropando las mansas aguas
que a su silueta majestuosa desdibujaban,
la boca se abrió pero las palabras ya no estaban.
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