Dios, iluminame!
SinMiMate: Dios, Iluminame! |
Cada vez que escucho a alguien hablando de dios, sobre todo
aquellos cuyos fundamentos en pro o en contra son mas sensacionalistas que con
bases, tal vez incluso, teológicas me doy cuenta que la noción de Dios se ha
decantado en eso: Una Noción.
Pues: ¿Estamos seguros de lo que sabemos sobre Dios?
¿Creemos o contradecimos realmente a Dios?
Cuando mi vida empezó a cambiar, después de los 15 años,
momento en el cual mi cabeza empezó a hacer
A esa altura ya sabía perfectamente todas las oraciones
propias y básicas del día a día de un creyente bajo esa agrupación. Ya me
habían “bautizado”, ya había hecho la “comunión” y me preparaba para la “confirmación”.
Cumplía a raja tabla con la costumbre semanal de asistir a misa, dando un total
aproximado de 720 domingos (sin contar las misas especiales) solamente en
aquellos 15 años y por voluntad propia, pues los 4 años siguientes, la frecuencia
en mi asistencia dependería del énfasis y uso de las distintas escuelas psicológicas
por parte de mi madre para forzarme a asistir.
Y no, mi madre no es psicóloga, pero como toda madre, sabe
perfectamente cómo utilizar las distintas escuelas de la psicología sin
siquiera saber sus nombres: Unas veces humanista –Hijo, hazlo por mí-, Unas
veces conductista –Si no vas, vas a ver…-, y así podría enumerarlas todas, y créanme,
ella las maneja a la perfección.
Pero enfrentar a mi madre era solo la punta del iceberg, pues a esto hay que sumarle el temor de sentir que estaba adoquinando mi camino hacia “El Infierno” por ir en contra de “La Voluntad de Dios” y por consecuente la religión que me habían enseñado a considerar como “La Verdadera Religión de Dios”.
Existe algo muy raro con respecto al miedo:
- Es capaz de evitar que cometas un error, así como de hacer que te hundas más y más dentro de las arenas movedizas. Ambas posibilidades con la misma intensidad.
- El miedo hace que tu flujo sanguíneo aumente así como la adrenalina, lo cual según el organismo puede paralizarlo completamente o acelerar el ritmo cardíaco (esto reduce el sueño y la posibilidad de asimilar cualquier tipo de información externa)
En pocas palabras, desde los 15 años, mis noches empezaron a
ser más largas, hasta que poco a poco mi cabeza fue superando todos los temores
que inconscientemente mis padres y el grupo social en el que me crié me transmitieron.
Y esto también gracias a que mi padre, sin saber el uso que le daría a sus
enseñanzas, nunca se cansó en decirme: Jamás tengas miedo, y si los tienes, enfréntalos.
Aunque también debo aclarar que no puedo, ni poseo la moral
suficiente, para criticar o condenar a mis padres y a mi entorno por
transmitirme aquellos temores que a ellos también fuesen trasmitidos. Y esto
porque hoy soy consciente que todo grupo, ya sea político, social o religioso,
posee sus reglas y obviamente se reserva el derecho de admisión, y si no posees
las características exigidas simplemente: No Entras. Eso no se debe a ningún tipo
de discriminación tampoco, pues la idea de todo grupo es que sus integrantes
sean productivos para el grupo en sí.
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Así que puedo decir que “alejarme de dios” costó y mucho.
Pero, mi primer error cual imberbe, fue confrontar y prácticamente declararle
la guerra, ya que fue tanto mi desprecio por haber descubierto el enorme saco
repleto de temores que habían cargado en mi espalda sin siquiera haber hecho
aún algo para merecerlo, que sentí (en aquel momento) que debía confrontarlo.
Afortunadamente ese comportamiento duró solamente los
primeros años, mientras luchaba contra los demonios que debía vencer para
liberarme de una batalla que no me pertenecía y que ni siquiera me interesaba,
pues en algún momento dejé de intentar responder a la pregunta: ¿Por qué Dios NO existe? Y pase a darme cuenta que para toda negación es necesario una afirmación
así como para la luz es necesaria la obscuridad, lo cual me hizo descubrir
que me había convertido justamente en aquello que tanto odiaba: El simple
integrante de un grupo, en este caso el grupo contrario, pero nuevamente pasaba
a ser un peldaño base de una nueva escalera, y eso conmigo no va.
Y si, es algo que me desagrada pues mi lucha contra esos
temores había sido personal, sin el menor ápice de ayuda, lo cual determinaba
que no estaba en deuda con nadie y por consecuente no se merecían mi presencia
en dicho grupo.
Y es que otra de las características típicas de cualquier
grupo es que siempre se debe dar a sus integrantes algo a cambio.
Así como un partido político le ofrece a sus simpatizantes una
solución sobre el sistema a través de la revolución o la continuidad del mismo
a cambio del voto; así como un equipo de fútbol le ofrece a su hinchada la satisfacción
de sentirse vencedor por lo que 11 deportistas hagan en una cancha a cambio del
aliento en las gradas y por consecuente la compra de entradas y utensilios de
dicho equipo, así mismo una religión te ofrece la “salvación” a cambio del
cumplimiento de las normas que ésta demanda.
Y lo mismo sucede si cambias de bando. Recibes algo a cambio
de una retribución, y yo, ya estaba cansado de esa ilógica (desde mi punto de
vista) costumbre.
Fue por eso que me empecé a sentir ajeno a un bando que veía
en mí a un nuevo integrante pues sencillamente: No lo era. Aunque debo
reconocer que yo mismo me arrastraba a él.
Cuando toda esta apoteosis evitaba que mi adolescencia fuese
lo mas “normal” posible, comprendí que mi labor en ese aspecto estaba más
repleto de paranoia que un deseo real, pues ser contrario al “Dios” que
gobierna el día a día de mis padres, hermanos, tíos, primos y amigos, era
simplemente ser contrario a todos ellos.
Yo no quería, ni quiero, ni me interesa pertenecer a ese
grupo regido por un amigo imaginario colectivo, pero tampoco es mi labor “salvar”
a mis seres queridos de vivir en una fantasía que anula su criterio y libertad
pues la realidad es solamente eso: Un Recorte.
Y la justificación a mi actitud es simple y sencillamente por egoísta:
No me interesa “salvarlos” pues hay tantas cosas que se encuentra fuera de mi compresión
que al final de todo esto que llamamos realidad podría concluir en que estoy
groseramente equivocado lo cual haría que en lugar de “salvar” a la gente que
tanto quiero termine condenándola. Así como no me interesa cambiar la forma de
pensar de nadie, considero que mi batalla contra el miedo que deposita una religión
en sus integrantes para de esta manera poder tenerlos y mantenerlos en su
rebaño fue tan personal y tan dolorosa que realmente no deseo que nadie de mi
grupo afectivo sufra la misma travesía que me tocó transitar. Producto de ese egoísmo
no pude ni puedo pertenecer al grupo opuesto ni viceversa.
Entonces: ¿Es Dios una noción? Si; ¿Es Dios amor absoluto? Si,
¿Es Dios temor? También, ¿Es Dios una verdad? Si, ¿Es Dios una ilusión y/o
fantasía? Claro que sí.
¿Quién fue primero, Dios o el Hombre? ¿Quién inventó a
quien?
Pues la respuesta a esas preguntas todos la saben aunque no
se pongan de acuerdo, pero hay cabezas que no merecen sufrir, que no merecen
padecer porque dependen y necesitan que sus realidades continúen como están.
Es por eso que reconozco que primero fue Dios manteniendo
siempre la pregunta:
¿Qué es Dios?
Sabes me pareció muy interesante tu reflexión, sobretodo tu conclusión.
ResponderEliminarEn verdad te digo que merecemos alimentarnos de reflexiones más a menudo como la tuya. Saludos desde Guayaquil, compatriota.
Gracias amigo. Hago todo lo posible para ser coherente con mi forma de pensar y en lo posible no ofender a nadie. Asi mismo intento ser lo mas claro posible. Saludos desde la Ciudad de la Furia. :)
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